martes, 15 de enero de 2008

El Fracaso de la Escuela, Viva el Mono

UN MONO EN CALVARIO DE LA MODERNIDAD
"El fracaso de la escuela moderna"

Por: Gonzalo Molina Arrieta

VIVA EL MICO ¡Un aplauso pa’ el mico!
Fue un lunes de pascua, cuando llegué al colegio y lo pude divisar por primera vez. Era un personaje extraño a la vida escolar. Parecía sacado de un relato popular, de esos que en la agonía, aún cuentan los abuelos. Como de costumbre, Saludé a Jorge, e l aseador del colegio. Él, detenidamente observaba a Julio, un mico, que por gracia quién sabe de qué santo, vino a parar al colegio en la Semana Santa. Jorge, sonriendo, me dijo: - profe, siéntese. A usted que le parece, mire lo que nos dejó la Semana Santa. Es un mico, creo que se soltó de alguna parte. Ayer le di comida y agua. Es muy cariñoso y me hizo compañía durante todo el día.- Se explicaba Jorge con lujo de detalles. Entonces el mencionado animalito, sin pedir permiso alguno, dio un salto y se encaramó sobre una silla. Era la primera vez, que veía también, que las sillas del colegio las ocupaba un personaje tan particular y no precisamente para hacer “horas nalgas”, como las que hacen la mayoría de los jóvenes estudiantes de hoy. Éste la utilizó para divertirse como ningún otro quizás podría hacerlo. Se montó en el espaldar, dio un salto de remolino, de esos que los niños de pueblo todavía practican cuando en los ríos o ciénagas juegan a zapatear, y cayó justo en la parte de abajo de la silla, la agarró y empezó a halarla hasta colocarla, al lado donde Jorge y yo, nos habíamos sentado para observarlo. Parecía saber que hablábamos de él. Pues, paró sus orejas e inclinó la cabeza acomodándose al sentido del viento; costumbre que la vieja Bertha, esa que vende la carne en mi pueblo conoce muy bien. Le comenté a Jorge que el colegio recobraría la vida si un animal de carne y hueso, (no humano), apareciera siquiera una vez por semana recreándolo todo; rompiendo el letargo y la rutina escolar. Jorge muy atento a lo que yo decía, contestó: - Sí, porque los animales parecen haber sido expulsados de este barrio como Adán del paraíso. Entonces señalé: - Es verdad Jorge. Los humanos, cada día expulsamos todo lo natural de este mundo y lo reemplazamos por objetos de hierro, plástico, caucho y cemento. - Sí claro, hay razón en lo que dice, profesor. Entonces, como si un recuerdo lo indignara, con melancolía afirmó. - El viejo gordo de a la vuelta, ese que llaman “pitillo”; corto el jardín de margaritas, rosas y cayenas que tenía a la entrada su casa, para colgar unas matas de helecho plástico, porque las mariposas, le invadían todo en tiempos de verano. Entonces le dije. Por lo menos le apodaron bien, ojala, que esa forma irónica de protesta, se mantenga, porque el día que la perdamos, nos abran quitado la palabra. Entonces si nos jodimos. - Nos tocará hacer como mimos, hasta que la mímica del lenguaje se agote. No, profe. No, como mimos no. Será como micos, y hasta que la míquica se agote. Sonó el timbre una vez y todo el estudiantado entró al colegio. “Julio” no había visto tanta gente nunca, y menos con tantos vestidos repetidos, todos igualitos; sin embargo se montó en el roble; Los niños y jóvenes asombrados unos. Otros, más inquietos que nunca, se acercaron, y él, sin reparos bajo del roble y como sabiendo que los niños tenían curiosidad, se posó sobre el alar del techo del laboratorio a menos de dos metros de distancia. todos los niños lo apreciaron de cerca. Algunos preguntaron que animal es ese. Jorge se adelantó como siempre, y les dijo es un miquito Por lo que pude observar en esa mañana, la mayoría de los niños no reconocía, que tipo de animal era. Unos decían por ejemplo “es un mono”, “es un machín”, el otro dijo “ese es de los mismos que acompañan a Tarzán”, alguien habló del rey león. El desconocimiento de las especies, es propio de la vida urbana, la ciudad es la más grande selva de lo no natural. La ciudad asesinó su fauna en menos de cincuenta años; la convirtió en fotografías y recuerdos de viejos; por eso los niños no pueden reconocer los animales conque jugaron sus padres y abuelos. En ese momento volvió a sonar el timbre y todos corrieron más felices que de costumbre, porque había en su mente y en sus caras algo especial, como si se hubiesen regocijados consigo mismo o tal vez porque se sintieron reconciliados con la naturaleza. Lo cierto es que el mico inspiró un nuevo ambiente, que no era “desorden” sino interés, curiosidad. En el descanso, pude ver como es natural, la cara de desespero de una maestra que todo le parece problema. Ella acusaba al mico de fomentar el desorden, porque el corría sobre el techo y los estudiantes le tiraban frutas, chitos y hasta yogur, uno de ellos le tiró una almendra y éste como todo mico séla devolvió. Propuse que le diéramos un lugar fijo donde el se acostumbrara a comer. Manos a la obra dijo Jorge, buscó clavo y martillo y yo mismo sobre las orquetas del roble y con el espaldar de una silla vieja y un pedazo de triple, le armamos una mesa, mandé a cafetería por un pedazo de papaya y ante la vista de todos en par minutos los estudiantes compartían con el mico su merienda. Donaron comida de toda clase para el visitante, quien inmediato bajó, con gran habilidad agarró sus cosas y empezó a comer. Escuché en descanso, que el día anterior había aruñado a una vecina, que en el noticiero de la noche la entrevistaron y que había dicho que era un animal peligroso, que rompía ropa, teja y cuanta cosa encontraba. Sin embargo, más de uno asegura que todo fue un montaje, pero el mico con tanta prensa sensacionalista estaba en la tele, era un personaje nacional. El jueves muy temprano como de costumbre me encontré en el bus con NITXXI; una inquieta estudiante de VII grado, emocionada como siempre la chiquilla, con la fe puesta en las cosas buenas que traerá el siglo XXI y con la inocencia que la caracteriza, me comentó. Profe, nuestro amigo el mico ya es popular, en el periódico de hoy le hicieron una crónica. La leí en la casa. Yo que iba de pie, ella sentada, el bus lleno, como todos los días a las 6:30 de la mañana, le respondí. Cuando lleguemos al colegio lo leemos. En efecto, lo primero que hicimos al bajarnos fue comprar el Herrado. De inmediato me di cuenta, que nuestro amigo estaba en primera página, en una fotografía a todo color. Compartiendo imagen nada más ni nada menos, que con el presidente de los Estados Unidos , el Gobernador del Atlántico y el Alcalde del Distrito de Barranquilla, y un recuadro con un titular que decía “JULIO, UN MICO DURO DE ATRAPAR” [1] . Pasé a la segunda página, e irónicamente en “la foto del día”, había una “María mulata” (un pájaro de las playas) lesionada, con un sola pata y al pie de la foto decía, “SOBREVIVIENDO”. Recordé al instante la canción Courno que dice “No quiero ver un día los animales, por la paz de este mundo manifestando, ellos manifestándose por la vida y nosotros apenas sobreviviendo”. Al leer el periódico entendí, que algo estaba mal, sentía que el final sería trágico para el mico. Las categorías que el periodista utilizaba, al igual que la mayoría de las frases que recoge durante casi todo el texto, demostraban, que el mico estaba siendo condenado a muerte. Este señala por ejemplo, que las cosas “desaparecen en medio del desconcierto de las amas de casa”. un párrafo abajo se pregunta, que es lo que “tiene a todo el mundo con los nervios de punta y malhumorados” , dice que “mantiene en vilo al vecindario por toda las fechorías cometidas”, “han montado operativos para dar con su paradero”. Después de todo esto, recoge unas opiniones de Said y otros estudiantes que parecen ser la contraparte. Pero fíjate, que termina diciendo que “el vecindario en pleno a pedido ayuda a las autoridades” y habla de los “sabuesos”…que “buscan la manera más efectiva de atraparlo” y afirman que mientras esto se logra seguirá cometiendo fechorías, y lo que es peor, Fisgoneando... a las mujeres del barrio Bella vista. Como si se tratase de un vulgar delincuente. De pronto, un poco molesto explique a NITXXI. Esto es una crónica inspirada en las películas de violencia, donde siempre el malo termina muerto por el héroe, que cobra la recompensa y la comunidad aplaude. Enseguida apuntó ella. - Porque los periodistas son así para todo, sensacionalistas, no tienen ética práctica, no miden consecuencia, no confirman, recuerda el caso de Liliana la barriga e’ trapo? Mientras conversamos vi a Jorge que venía casi llorando y con voz entrecortada me dio la noticia. Profe mataron al mico. Nitxxi, que aún se encontraba a mi lado, no disimuló su agonía y reventó en llanto. Dos gotas de agua brotaron de sus ojos y recorrieron su tierna piel hasta que se encontraron con el brutal cemento que nos invade todo. Toda la mañana, hubo una sombra de pesar sobre el patio del colegio, un estudiante con rabia grito “VIVA EL MICO”; la misma frase que el día anterior un profesor había pronunciado en el patio, mientras se presentaban los candidatos a personero y el fotógrafo tomaba la foto que lo condenaba. El siguiente día estábamos charlando como de costumbre debajo del primer roble cuando llegó González, uno de los que con fundamento habla sobre las cosas de este mundo y las del otro. González es algo así como filosofo o pedagogo, porque cuando no esta hablando, esta meditando. Llegó, y sin pedir permiso de nada, se sentó al lado de Jorge / se sintonizó / y comenzó a monopolizar la palabra como siempre, pero hablaba, como si estuviera tejiendo una maraña de ideas y realidades, que le despiertan a cualquiera el alma. Sabes, yo estoy preocupado por algo que ya sabía. y no me dejó dormir anoche. Cómo así dijo Jorge. Es que el mico devela en el sentido Heideggeriano de la palabra, un problema mayor. Entonces miré a Jorge, porque quedó en nada, cuando González afirmó esto con tanta vehemencia. Explícate le dije. Devela, la negación que la sociedad moderna, urbanizada de cemento y hierro, hizo de la naturaleza. Pues, ésta produjo un desprecio hacia los animales. Los ve a ellos, solo como un medio comercial. Fíjate, que los que querían atrapar al mico, lo hacían para venderlo al DADIMA. El otro para cobrar la recompensa que los vecinos ofrecían y el biólogo con cara de mono, que vino a cogerlo; lo quería como objeto de investigación y experimentación. Es que la pragmática del capitalismo lo convierte todo en dinero, le busca la utilidad, puntualizó González. Entonces Jorge, quien está desesperado por que no había dicho nada, señaló. Esta reflexión contiene profundidad, pero es para los filósofos, yo me voy. No, no, te la estoy diciendo a ti directamente, te vas puesto que nos cuestiona, es una realidad objetiva, el comportamiento agresivo de los adultos contra los animales. Está bien, aceptemos que es para todos, pero principalmente para los pedagogos y los filósofos. Eso si. Porque los lleva a preguntarse, cuál es la parte de la culpa que la escuela tiene en esta sociedad, la culpa por insensibilidad general de la persona. Porque la modernidad entregó la responsabilidad a la escuela, como centro especializado para la formación de la persona en la sociedad. Cómo así, ¿es que tu también nos acusas? replicó Héctor otro profesor que hacía ya rato nos escuchaba. Si, claro. Pero es más un cuestionamiento, a la ética práctica, es una invitación a la reflexión pedagógica, una exhortación, una provocación filosófica. En ese momento llegó, Jesús II el jurista; es el profesor de ciencias. Le dicen así porque lleva la Biblia y una ley de educación bajo el brazo. Siempre anda muy cuerdo, pero a veces se pasa, en una clase cuentan que habló de la evolución del hombre, de la microbiología de la célula y cuando terminó invitó a la práctica de rezos y mandamientos. Preguntó. - ¿De que hablan? , y Jorge contestó, del mico profesor. Ah, era mejor que se lo llevaran. - pues lo mataron sabe.- Sin inmutarse siquiera propuso, pintemos un mico en la pared y se fue. Como queriendo hacer que la imagen del mico nos perturbara eternamente. González volvió a tomarse la palabra y afirmó. Ahora si creo estar convencido en la necesidad de la propuesta de un amigo mío, que busca hace un año quien pinte un mono crucificado. Necesitamos la imagen de una comunidad de adultos sonrientes, cientos de niños llorando entre árboles de hierro y cemento, un mico apedreado y crucificado, que nos recuerde irónicamente la imagen de Jesús hecho mico en el calvario de la modernidad. Los adultos está bien y los niños para que? Replicó nuevamente Héctor. En una escuela sin movimiento, sin luces y sin música, ellos extrañan su inquieto amigo. Pero también, porque contrario a los “saurios” del colegio, los únicos que fueron capaces de reconocer la ternura de “julio” desde el principio, fueron los niños. Nunca tuvieron una razón para calumniarlo, siempre fue amigable y juguetón. Quizás por que reconocía en ellos la ternura perdida, por eso siempre todos los que comprendan esto volverán a gritar con mas fuerza, viva el mico, un aplauso pa’ el mico. Gonzalo Molina Arrieta gomafilo@gmail.com [1] El heraldo, Barranquilla , abril 17 ps 1 y 7A


2 comentarios:

Amanda Galán dijo...

Viva el mono, aunque bien muerto que está. Lo mataron la intransigencia, la incomunicación, la soberbia y la ignorancia, entre otros. Hoy en día y quizás desde siempre la gente no tolera el cambio, prefieren el statu quo; que nada pase aunque esto signifique morir de tedio y aburrimiento. Si seguimos atentando contra la NATURALEZA, nos quedaremos sólos y de pronto, hasta felices, en medio de un desierto candente, revolcándonos en la ignorancia. En nuestra eterna e insípida ignorancia, y gritaremos:"Somos los sobrevivientes".

gomafilo@gmail.com dijo...
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