La tierra está resentida con nosotros.
Por: Gonzalo Molina Arrieta
Ella caminaba despacio y altiva, en medio de esa lengua de cemento que llaman calle, la atrapaba el miedo ambiente. Temía que alguien se le acercara, podría ser víctima de la cursilería con que los jóvenes de hoy se acercan a las chicas. Él la seguía paso a paso. Temía abordarla. Le invade la duda/ deja que se le adelante /intenta distraerse / la vuelve a mirar. Sabía que si una sonrisa brotaba de sus labios lo lograría, vendría una palabra. Para él La sonrisa es la antesala del dialogo amistoso, y la más segura muestra de libertad. Entonces mira el piso de cemento, recuerda la tierra tantas veces humillada por él. Pero esa mujer con su altivo y tierno caminar es un regalo naturaleza. Se fija en ella, la observa / y se convence/. Piensa que sus pasos son tan tiernos que no pisan la tierra, / solo la acarician. Decide abordarla, y le dice: la noche se regocija contigo y la luna con tu vestido,/ hay poca oscuridad para tanta noche/ /Ella sonríe/ Él continúa Llevamos tanto tiempo caminando sobre cemento y caucho que ya no extrañamos la tierra, / por eso cuando vamos a la playa, corremos a tocarla y enterramos los pies como buscando la ternura perdida. Sabes/ hemos decidido ponerle cemento a todo/ y cada metro de este, es un metro de desierto que le roba a la tierra el derecho sagrado de preñarse y parir. La tierra esta resentida con nosotros. Si, conmigo y contigo; porque la estamos condenando a muerte. Ella se siente inquieta y pregunta a que se dedica/ el contesta soy profesor/ ella hace un gesto de incredulidad, él saca algo de su cartera y le muestra no se que. Su sonrisa retorna adornando el ambiente. Ahora, está caminando a su lado y vuelve a asaltarla la duda /pues ha llegado a la calle donde deben coger el autobús/ se pregunta que ruta tomará? Él ruega que sea la misma. /por fortuna concuerdan/. Ella propone caminemos El bus aparece/ solo hay un puesto sin ocupar Ella se sienta y pide los libros para llevarlos; mientras tanto él, le pregunta donde vive, que estudia, y le dice que mire al señor que va a su lado compartiendo el puesto. Entonces afirma que tal si le ofrezco algún dinero por el puesto, ¿ crees que lo conceda ?. /Ella vuelve a sonreír /. Él contempla su sonrisa y piensa / no hay duda, su sonrisa es una evocación a los dioses. Apolo (dios de la poesía y de las artes) por supuesto se hubiese inclinado ante ella y sin duda le habría pedido a Safo (la gran poetisa de Lesbo), que cantara y bailara para que Juno (diosa de la belleza) altanera y Vengativa se sintiera ofendida. Mientras él divaga entretejiendo mentalmente poesía, filosofía y belleza, se da cuenta que ha llegado la hora de bajarse. Una vez más la observa, como queriendo encontrar un detalle físico / no sublime / que permita reconocerla en su próximo encuentro. Sin embargo ésta seguro que no será difícil, pues, es trascendente, altanera, y enigmáticamente bella, solo habrá que verla caminar para reconocerla. Se despiden y quedan solitarios en un mundo de cemento, caucho y metal, siguiendo simplemente el hilo de una conversación que nunca tuvo lugar. Pero será difícil olvidar, pues, está cargada de razones y emociones para meditar.
Gonzalo Molina Arrieta
4 comentarios:
interesante.
Excelente
Buen material
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